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Como he visto reflejado en alguna visita anterior de este libro en este pueblo se desconecta del agobio habitual con una facilidad tremenda. Sus paisajes, su tranquilidad, sus aires y sus gentes son una inyección de energía positiva para los urbanitas.
LLevo ya casado con mi mujer 12 años y he de confesar que Villarino se ha convertido en mi segunda casa. Siempre que puedo me escapo unos días allí y vuelvo renovado. No cambiéis el espíritu del tío Silguero.