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Mi consorte, "la bala de Villarino" (por su velocidad de vértigo al correr los encierros empujado por un miedo atávico a los astados), fue quien me llevé hace pocos años a Villarino de los Aires a conocer sus fiestas. En una especie de ceremonia iniciática me tocó cantar y hasta tocar la botella de anís además de olvidarme del verbo "dormir", que en este pueblo se conjuga poco. También he recorrido la "Ruta de las Bodegas" probando todos los vinos sin excepción. La abuela, "la Petaca", que va para centenaria , me cantó unos cuantos romances, me contó algunas historias de sus años mozos y me dió la receta del licor de café, que prefiero dejar en manos de mi casi suegro para no andar haciendo experimentos.
Como sois gente acogedora y en Villarino a las cinco de la mañana he visto las estrellas como en ninguna otra parte, me apunto cada año, así que, nos vemos. Enhorabuena por vuestra página.